miércoles, 14 de marzo de 2007

P E N T A

Para conocer los efectos de las drogas sobre la psiqué sólo hay un camino: probarlas. Hacerlo en
compañia de otros usuarios con mayor experiencia disminuye los riesgos y aumenta el placer.
Pero consumir estas sustancias de manera continuada nos convertirá en esclavos de las mismas.
Adictos, es la palabra utilizada por la farmacracia mundial.
La de las drogas con los hombres es una relación dialéctica que obtiene el conocimiento por la
doble vía del placer-sufrimiento. No hay colocón sin mono, ni borrachera sin resaca. Sin embargo,
decir no a las drogas, es decir no a la experiencia enteogénica, al conocimiento de la divinidad en
sus múltiples formas.
Si somos adultos y libres, habremos de ser responsables, especialmente a la hora de consumirlas.
De lo contrario nos espera "primero, la magia; después, el infierno".

Heroína: la más famosa de las drogas prohibidas.

Sintetizada hace cien años por un morfinómano con la sana intención de ayudar a los
enganchados a la morfina, la diacetilmorfina o heroína fue inmediatamente puesta a la venta por la
Bayer* mediante una salvaje campaña publicitaria que podría compararse a la del lanzamiento de
Viagra por Pfhizer, y presentada al público como panacea frente a toda clase de dolores. Y no era
mentira. Habría que volver a aquella época para conocer los verdaderos efectos de este producto
en circunstancias "normales" (es decir, sin polizontes ni predicadores amenazando con el
apocalipsis).
El caballo, como se le conoce en todo el mundo, no es sólo una potente droga -sin utilidad alguna
para la medicina legal- sino que, a partir de los años sesenta se convierte en un arma política de
primer orden. Acabar con el movimiento hippie fue una de sus primeras misiones.
Los servicios secretos gringos habían ido fabricando la imagen del que había de ser, sustituyendo
al comunista, el enemigo virtual de toda persona decente y cristiana. El retrato robot es el que
sigue:
-Joven.
-Pelo largo y aspecto desaseado.
-Rebelde: manifiesta desprecio por las modernas costumbres y pone en cuestión el estado de
cosas.
-Practica la libertad sexual.
-Vago: no quiere trabajar honradamente (como un cabrón)
-Pacifista y apátrida.
-Abandona la religión cristiana y opta por la religiosidad mística.
El nombre con el que se denominará a este personaje ficticio se lo proporcionará a la maquinaria
prohibicionista el adicto más antiguo y mítico: William Burroughs*, quien tituló su más famosa
novela con la palabra clave del anatema, Junkie.
Así que ya tenemos al engendro diabólico, el yonqui. Necesitamos ahora darle publicidad al
invento y facilitar el acceso a la heroína a la población menos preparada, proporcionando, también,
el instrumento para consumirla de la manera más traumática y peligrosa:


LA JERINGUILLA


El jaco se suministra normalmente en polvo. Su color suele ser marrón o blanco. Podría
consumirse por la tocha, fumado, en suspensión, en forma de pastilla, pero en el momento de su
lanzamiento al mercado se elige la más peligrosa: inyectado. Y es peligrosa no porque la inyección
intravenosa lo sea en sí, sino porque, al estar prohibida, no contará con las mínimas garantías de
seguridad e higiene. El inquisidor farmacrático, fiel discípulo de Mengele, sabe que, haciendo de
cada yonqui su propio practicante, los accidentes mortales están asegurados.

EL MONO

Así pues, las autoridades sanitarias, esas excelentes e incorruptibles personas, no tienen más
remedio -en 1.961 y en una ciudad de sólida tradición nazi, Viena,- que prohibirnos el consumo de
heroína. Los ciudadanos adultos somos como niños, unos auténticos irresponsables que no
sabemos qué hacer con tanta libertad como nos conceden nuestros benditos sistemas
democráticos.
Que nadie piense que la prohibición es simplemente una cuestión económica monopolista, sino
que en realidad pretenden librarnos del síndrome de abstinencia, el terrorífico mono.
Que no es otra cosa que un deseo insano e irresistible de pincharse heroína. Basta un buco y el
individuo sano se convierte en esquizofrénico peligrosísimo que rabará y matará por una dosis, ya
que el yuyu produce dolores sólo imaginados por el Dante o Simón de Monfort.
.
Toda la sociedad deberá movilizarse para impedir que el adicto consiga ponerse. Mejor muertos.
Una obra de caridad, al fin y al cabo, pues se libra al individuo enfermo de incontables
sufrimientos.
Se advierte a los familiares y vecinos del peligro que corren con semejantes demonios en casa o el
barrio. No han de darles tregua. Si notan cualquiera de los síntomas de la satánica presencia en
algún miembro de la familia deben acosarlo día y noche, sin descanso, tratarlo como si fuera un
apestado, envilecerlo, hasta conseguir, por cualquier medio (todo vale contra la droga), que
abandone tal práctica contra natura y se ponga en manos de la autoridad sanitaria correspondiente
o bien de las asociaciones benéfico-religiosas (no olvidemos que se trata de luchar contra
Mefistófeles) encargadas de devolverlos a la normalidad (alcohol).
Si el yonqui muere no será porque no se le hubiera advertido del peligro que corría. Es una
lástima, sin duda, sobre todo si pensamos en su familia, que ha soportado el estigma con
resignación. Pero como ya hemos dicho, también es una bendición, pues el heroinómano soporta
en su escuálido cuerpo tal ambivalencia, siendo en sí mismo víctima y verdugo.
Vamos a tener una sociedad sana aunque para ello tengamos que mataros a todos, dice el Dr.
Mengele, Presidente Honorario y Perpetuo de la Organización Mundial de la Salud: sólo así
nuestros niños y niñas podrán crecer en un mundo libre de drogas.
Es imprescindible obligarlos a abandonar la droga o matarlos, pues si son ellos mismos los que
deciden libremente dejarla, lo conseguirán. Y si los yonquis deciden dejarlo sin ayuda, ¿PARA
QUE COJONES NECESITAMOS A LA LEGION DE REPRESORES Y REHABILITADORES A
SUELDO DEL ESTADO CRISTIANO GLOBAL?

EL SIDA

El acta de Viena, año 1.961, es el comienzo de la extensión del consumo de drogas en occidente.
Para castigar, primero hay que promover. En Marruecos, con la connivencia de la CIA, algunos
años antes se había iniciado el cultivo masivo de marihuana con la intención de producir suficiente
cantidad de hachís para el consumo europeo.En la recámara ideológica prohibicionista guardan
uno de los tópicos que más gente ha asesinado en la historia de los hombres. Al parecer un
francés de bata blanca es el autor de semejante bomba: primero, marihuana; después, heroína. El
efecto escalada. Una mentira tantas veces repetida que ha terminado por convertirse, a veces, en
realidad.
En los años setenta se da una permisividad sin precedentes en países como Holanda,
España o los EEUU. En veinte años han conseguido que el consumo de sustancias ilegales sea,
cuando menos, un grave problema mediático.
Entonces llegaron Reagan, la Thatcher y el Papa. Dispuestos a declarar la guerra a la droga.
Huelen la caída bolchevique y necesitan sustituir al enemigo común con urgencia. Disponen de un
arma secreta que no dudan en utilizar. Se trata de un arma química, bacteriológica, un virus, en fin,
endémico en Africa y que reune una serie de condiciones que lo convierten en el aliado perfecto
del más rancio y macabro lobby ultracristiano. Ataca a maricones y yonquis, y restringe la
imparable libertad sexual. Es sin duda un enviado del Arcángel Gabriel: el sida.
¿Cómo es posible que los supercerebros médicos y su infalible tecnología permitan la extensión de
la epidemia? ¿Por qué tanto oscurantismo, tanta confusión interesada en los primeros años 80?
¿Por qué el hiperracionalista y cientifista siglo XX trata esta enfermedad como si fuese un brote de
peste en el siglo V? ¿Por qué al dolor propio de los enfermos se les suma la infamia, la
marginación y el oprobio?
El sida pudo prevenirse, no me cabe la menor duda, pero estaban en juego billones de dólares de
beneficio para la industria farmacéutica. La prohibición se convirtió en el instrumento ideal para la
extensión de la pandemia...y la pandemia en el negocio del milenio.

LA MAQUINA PROHIBICIONISTA

Medios ilimitados se ponen al servicio de la guerra contra la droga. Durante toda la década de los
ochenta y buena parte de los noventa Hollywood se convierte en una fábrica de superpolicías
(Schwarzenegger, Stallone) dispuestos a asesinar a quien haga falta para acabar con la heroína.
Es un cine efectista, sin profundidad alguna, dedicado exclusivamente a la propaganda antidroga.
Paralelamente se dota a agencias como la FDA o la DEA de poderes sólo comparables a los de la
Inquisición española o la Gestapo. Intervienen en el extranjero y manejan presupuestos de
vértigo. El fenómeno de la corrupción adquiere dimensiones escalofriantes. Algunas voces
(Soros), como ya sucediera durante la prohibición del alcohol, advierten del peligro: la maquinaria
prohibicionista se está convirtiendo en una hidra que todo lo devora. Miles de estafadores, con la
careta de rehabilitador puesta se apuntan al reparto de fondos. ¡Oro!, gritan curas y puritanos.
¡Oro! repiten a una sicólogos, siquiatras, sociólogos, asistentes sociales y titulados sin puta idea
sobre las drogas. Todos embarcados en la salvación de... sus propios salarios.
En España ocurre exactamente lo mismo que en la Metrópoli. ¿De verdad los mil muertos
atribuídos a la heroína en toda la década de los noventa merecen tal despliegue de medios? Eso
no es ni la sexta parte de los que mueren en accidentes de tráfico en un sólo año ¿Qué hacemos?
¿Prohibimos los coches?. Cien mil mueren por alcohol y tabaco cada año. Claro que se trata de
drogas legales, así que los muertos son muertos legales.
Las cárceles se llenan de drogadictos. Los grandes traficantes se libran, pues sobornan a la
autoridad sin el menor problema, como siempre. La prohibición no influye en el abastecimiento,
pero sí en la calidad del producto. Cada año hay más drogas y más drogadictos, y la calidad del
burro no para de bajar. La caza de brujas se exacerba hasta el punto de que asesinos y violadores
tienen condenas menores que los narcos. El delirio punitivo llega al grado máximo en países como
Afganistán, Irán o Thailandia, cuyos gobiernos se encargan de la producción y distribución de la
heroína. La pena de muerte es el castigo para los "criminales" que se atrevan a desafiar al
monopolio estatal en tales lugares.
¡ES EL SIGLO XX Y NO EL XVI EL DEL APOGEO DE LA
INQUISICION!

M E T A D O N A

Es el nombre artístico. En realidad se trata de extracto de morfina, la madre de todas las drogas.
Una maniobra de distracción, una más, en ésta estrategia de la confusión y el horror promovida por
los mengélicos. Pocos son los usuarios de metadona que saben que están tomando morfina.
¿Cómo explicar, tras cuarenta años de delirio antijaco, que para dejar la heroína se use morfina?
Claro que si el tabaco se deja con nicotina...
Y es cierto: contra la morfina, morfina. Pero poco a poco. Así han de dejarse todas las drogas,
tanto si son legales como si no, poquito a poco. Porque sólo piano piano el cuerpo resistirá el
tremendo trauma que supone abandonar tan arraigadas aficiones. No es lo mismo para el body
pasar del polvo si se estan tomando 70 mg de morfa que si se toman 5. La cuestión es ir rebajando
de manera que el mono se convierta en algo parecido a un constipado más o menos fuerte. Yo he
rebajado de 30 a 15; de 15 a 10; de 10 a 5 y finalmente he tomado pequeñísimas cantidades de
opio los últimos cinco días, de manera que el síndrome de abstinencia se reduce a unos cuantos
síntomas : moqueo, dolor de riñones, bostezos, insomnio un par de días, etc.
Una cosa es fundamental, aunque parezca obvia, a la hora de dejar las drogas: hay que querer. No
vale que sea la familia o los amigos, tiene que ser el drogadicto quien demuestre una inequívoca
voluntad si quiere tener esperanzas de éxito en la ardua tarea de abandonar estas sustancias.

P O L I T O X I C O M A N O S

Eso es lo que somos todos. Cafeína, nicotina, alcohol, anfetaminas, opiáceos, tanto si son
legales como si no, forman parte de una dieta cotidiana que, con el tiempo, va aumentando, ya que
la tecnología moderna multiplica el número de sustancias que podemos consumir. Disfrazadas de
ansiolíticos, adelgazantes o vigorizantes, hay una cantidad ingente de drogas en los mercados.
Los mismos que nos acosan por consumir productos ilegales nos empujan a comprar los legales,
aunque la diferencia entre unos y otros consista en burdas sutilezas jurídicas. Sin duda la
estupidez es lo primero que se ha globalizado en el mundo.
Un último apunte. El papel aluminio. Un héroe de nuestro tiempo. Algo que no ha podido evitar
Mengele y su gente, que los yonquis aprendieran a sobrevivir. Gracias al SIDA, paradojas de la
vida, los usuarios de heroína abandonaron la jeringuilla para pasarse a los chinos, y a los
mengélicos les jodieron la mitad del argumento: ya no tocamos la flauta, hijos de pura y blanca
bata.

E L S O B E R A N O D E T O D A S L A S D R O G A S:
E L A L C O H O L

Estamos en la Hélade Homérica: epi oinopa ponton, canta el rapsoda griego, seguramente tras
hacer las libaciones rituales en cualesquiera de los cultos mistéricos y orgiásticos cuyo
protagonista central es el vino. Son las migraciones indoeuropeas las que aportan el nuevo culto,
el del dios nisio, quien sustituye a las dos diosas (Deméter y Perséfone). En el nuevo rito, la nueva
droga embriagante permite a los acólitos, dirigidos por los hierofantes, un contanto directo con el
dios de los cielos. Es el paso de la religión ctónica, terrestre, a la Olímpica o celeste. De las setas
al mollate.
Este vino griego, al parecer, tiene poco que ver con los caldos modernos. Era mucho más
potente y probablemente se mezclaba con otras drogas que reforzaban sus efectos. El éxito de los
cultos mistéricos dependía de los grandes colocones colectivos que proporcionaba a unos pocos
iniciados. De este tipo de catársis puede que surgiera el teatro.
Platón nos relata el modo en que se emborrachaban los mejores de entre los griegos. Había un
encargado, el simposiarca, de determinar la cantidad de vino que habían de trasegar los
prohombres antes de que lo que saliera de sus bocas pudiera recibir el nombre de filosofía.
El cristianismo, inventado por Saul Antípater con dinero romano, es una mezcla de ritos derivados
de los cultos mistéricos griegos y de la Torah judía. No olvidemos que el romanizado Saulo es un
descendiente directo de la familia herodiana, cuyas raíces son griegas. El vino, por supuesto,
ocupa un lugar central en la nueva religión triunfante. Los Pastores cristianos usan esta droga con
gran talento con la misión de dominar al mayor número de corderos (borregos). La droga ritual
que anticipa tanto las mieles del paradeisos, como los tormentos del Hades ocupa un lugar
privilegiado en la eucaristía.
Utilizando las eficaces técnicas mafiosas que le han hecho poderoso, el cristianismo se va
extendiendo por todo el imperio romano al que termina suplantando mediante el edicto de
Constantino. El consumo de vino también se extiende, dirigido por los nuevos oficiantes. Sus
efectos son hábilmente controlados, de manera que el populacho se droga siempre en grupo y
siempre en honor de cualquiera de los topoi cristianos. Catarsis colectiva estrechamente
supervisada por los curas. El vino es la droga del señor y del siervo, a quienes iguala.
Aquellos que no se ajusten a los patrones normales de cosumo (es decir, únicamente en las fiestas
rituales) serán rechazados y anatematizados. Ningún pecado mayor que el de ser un borracho, un
vicioso, una persona,en fin, que no sabe beber.
Bebiendo vino llegamos al punto en que las migraciones del norte bárbaro se mezclan con los
romanos. Estos gordos godos traen cerveza. Pero la cerveza y el vino son las variedades más
suaves de la droga oficial del cristianismo: el alcohol, hijo del alambique infiel. Estamos ante el
descubrimiento, para la gran nación cristiana, del aguardiente. Este acontecimiento demostró las
inmensas posibilidades de esta droga.
Desde entonces y hasta ahora el whisky, el cognac, el ron, vodka, ginebra, etc, etc,etc han
formado parte de la vida de todos los cristianos desde el momento del nacimiento hasta el de la
muerte.Esta del alcohol, es, con toda probabilidad, la industria más importante de todas y de
todos los tiempos. Más, incluso, que las modernas industrias farmacéutica o petrolífera (en el
fondo son la misma).
El arte y la literatura, sobre todo ésta última, se han puesto al servicio del alcohol, mitificándolo. De
Poe a Hemingway; de Baudelaire a Bukowski. Entre todos nos ofrecen las claves del "exito" del
vino frente al "fracaso" del hachís. El honrado pueblo bebedor hace los trabajos más duros sin
rechistar, con alegría incluso, mientras que los fumetas, vagos por definición, sólo con oír la
palabra trabajo ya están cansados.
Pero la propaganda se hace a todos los niveles. Cine, Televisión y Prensa son los encargados de
recordarnos que hemos de beber con moderación, cosa que hacemos todos cada cinco minutos.
El mensaje es: EL ALCOHOL NO ES UNA DROGA, SINO UNA SANA COSTUMBRE QUE
IDENTIFICA A LA SOCIEDAD CIVILIZADA Y DECENTE.
Echemos un vistazo al cine. Las películas, pocas, que denuncian el alcoholismo suelen seguir el
modelo de "Días de vino y rosas". En ella, mediante una narración "realista y cercana", se explica
que el alcohol es demoníaco, pero sólo para quienes no controlan, y estos pobrecitos pueden
perfectamente abandonar el vicio acudiendo a alcohólicos anónimos. Es decir, nadie debe vivir sin
alcohol, salvo los alcohólicos, y los alcohólicos son aquellos que no pueden beber porque les falla
el control, algo que la mayoría de los bebedores jamás pierden.
Existe otra perspectiva, con mayor número de películas, en la que el héroe protagonista es un
alcohólico-mártir que puede incluso dejar el hábito cuando se trata de bajar al gatito del árbol, o de
salvar a una ciudad entera, lo mismo da. El hombre lucha contra su alcoholismo y contra los malos
y gana, además de hacérselo con una pava de ésas de 90-60-90. Este tipo de pelis, aun siendo
menos realistas, gustan más que las otras ya que no tienen pretensiones edificantes y hay más
espectadores identificados con el alcohólico en activo que con el abstemio.
La Organización Mengélica de la Salud califica al alcohol como una droga peligrosa y adictiva.
Pero, curiosamente, no la ha incluído en el Acta de Viena. El doctor Mengele y sus chicos tienen
muy claro quien les paga. Y, por supuesto, las restricciones publicitarias en los Mass Media, en el
caso del alcohol no se cumplen. ¡faltaría más!. Al contrario, cada vez que los presidentes, o reyes,
o primeros ministros se reúnen brindan con alcohol en público sin el menor pudor. Quien paga
manda, y la industria del alcohol ya hemos dicho que es la primera de entre todas las industrias
cristianas.
Por poner un ejemplo, yo he visto al heredero de Franco, hacer publicidad de una conocida marca
de guiski en un famosísimo torneo de golf. Para contrarrestar, su esposa, acude cada año al
partido de fútbol contra la droga. Lo que no sabemos es contra qué droga.
En fin, la gilipollez más grande en materia de prohibiciones la promovieron los de siempre
(Rockefeller,Ford, Dupont). La ley Seca. En las bibliotecas existen fondos que ilustrarán al
estudioso más exigente para profundizar sobre este período. Aquí sólo queremos señalar que
miles de personas murieron por consumir alcohol metílico; que se cimentó el poder de la Mafia;
que se multiplicó la corrupción de las autoridades; que el consumo de alcohol no sólo no
disminuyó, sino que incorporó a sus filas a las mujeres, ya que antes era impensable que una
mujer pudiera entrar a una taberna. Claro que en este caso, en el de permitir a las féminas beber
en público, también puede considerarse como algo positivo, sin duda y sin ironía.
¡Y el jazz! Tanto la prohibición del alcohol como el Acta única abren procesos dialécticos cuyos
efectos escapan al control de sus promotores. El desarrollo del jazz va unido a la prohibición del
alcohol, como el de la sicodelia, décadas después, a la prohibición de otras drogas (LSD, p.ej.) .
En el fondo deberíamos agradecerles a los batillas blancas su insania. Sin ellos jamás hubiéramos
conocido a Billie Hollyday, cantante de jazz y drogadicta, para mayor honra de todos los hombres y
mujeres libres e independientes.
Una última y breve cuestión: el uso del alcohol como arma etnocida. Pieles rojas, papúos y otros
muchos pueblos indígenas, han conocido el infinito poder destructivo de la droga de Dionisos.
En todo caso, el alcohol no es malo. Proviene, como casi todas las drogas tradicionales, de una
planta. Carece de moralidad. Pero que no te obliguen a beberlo, tronco.


EL TABACO:

LA DROGA INVISIBLE.

Aunque sus orígenes son paganos, podemos considerar al tabaco como la segunda de las drogas
cristianas.
Es la principal fuente de financiación de la sociedad más esclavista y racista del mundo, con sede
en Richmond, Virginia.
Se ha convertido en el sustituto de la fe para millones de personas. Por eso ha sido promovido por
la iglesia católica, que lo ha incluído en todas sus celebraciones rituales y, especialmente, en las
bodas: un puro para los hombres y un cigarrito rubio para las mujeres y los niños.
La nicotina es un excitante potentísimo. De ahí que las dosis normales en los cigarrillos no
sobrepasen el miligramo. 60 mg. matarían a cualquiera. Con medio gramo puedes cargarte a un
caballo de 500 kg. de peso.
Nunca, en la historia de la humanidad se había dado una adicción tan rápida y salvaje como la que
han conseguido los cristianos con la nicotina. Más de mil millones de adictos en menos de cien
años es una gran marca Guinnes.
Si algún virus atacara a la planta de manera que su cultivo fuera imposible ,íbamos a conocer a los
yonquis más idiotas de cuantos Mengele nos ha legado.

LA PUBLICIDAD

El tabaco, sin publicidad, sería una droga minoritaria. Y han sido el cine y la T.V. los encargados
de extender el consumo de esta droga.Tabaco y alcohol de la mano ocupan tantos minutos de
celuloide que sería una proeza contarlos.
A los hombres se les ha vendido tirando del macho tópico; a las mujeres, disfrazado de liberación
del macho.
En el cine, el protagonista masculino lleva pegado el cilindrín a los labios en cada una de las
tomas; incluso debajo del agua se ha fumado en las películas. La protagonista femenina (¡femme
fatale!), cuando fuma, parece que se la está chupando al espectador: tan sensual puede llegar a
ser el simple acto de drogarse.
En los últimos tiempos parece que las autoridades están decididas a luchar contra el tabaco. Para
ello pretenden acabar con la publicidad en las retransmisiones deportivas y con el consumo en
lugares públicos. Primero nos enganchan y luego quieren que lo dejemos en dos días. Unos
cachondos, estos mengélicos. Claro que hablar del tabaco para decir que está prohibido en cada
uno de los telediarios del día hace que los adictos enciendan un pitillo cada vez que escuchan las
noticias sobre el tema. Así que, cada vez que el Matías Prats de turno nos habla sobre lo malo que
es el tabaco, nosotros encendemos uno, para que se joda el listo ese.

ENGANCHAR A LOS MENORES

Fundamental para esta industria cristiana. Quien empiece a fumar a los once o doce años no
conseguirá dejarlo, como mínimo, hasta los treinta. Si es que lo consigue.
Nuestros papis, ésos machos en los que nos miramos, han sido o son fumadores hasta que
revientan.Fumar, ya se sabe, da categoría en el cementerio. Claro que a nosotros, cuando somos
adolescentes, nos lo prohiben con la boca chica. Prohibir es sinónimo de incitar en el lenguaje
arcano del subsconsciente y la líbido.Sobre todo cuando se trata de una interdicción de mentirijilla,
porque ¡es tan fácil y emocionante quitarle a papá o mamá unos cuantos cigarrillos o algo de
dinero de la cartera (para comprar un paquete) cuando vienen pelín achispados del bar familiar!
Además, fumar es tanto de hombres-hombres como de mujeres liberadas y sabemos que
terminarán por hacer la vista gorda y nos permitirán fumar, aunque al principio no sea delante de
ellos. Hemos de respetar a nuestros papis, qué caray, ya que ellos son la garantía de que esta
bonita tradición del tabaquismo se perpetúe para mayor gloria del dios cristiano y de sus iglesias.
Claro que, cumpliendo su sagrada obligación de padres, nos advertirán que el tabaco perjudica
seriamente la salud pública:
-No fuméis, niños y niñas -nos dirán, con el cigarrillo en la mano. Aunque, bien pensado, mejor que
fumen tabaco a que sean porreros o yonquis, ¡qué coño!

LA ESCUELA. PUERTA DE ENTRADA AL TABACO.

En el Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste (Valencia), lugar adonde la
megalomanía nazionalcatólica franquista juntó a 5000 adolescentes entre los once y los catorce
años, no se consiguieron grandes resultados académicos, pero, a cambio, engancharon al 90 %
de los chavales que estudiaron allí. Por supuesto estaba prohibido fumar, castigado con falta
grave. Pero todos fumaban. Los domingos, a la salida del fantástico paraninfo en forma de araña,
tras ver estupendas películas, cinco mil niños encendían otros tantos pitillos, camino de los
comedores, lo que provocaba una auténtica nube de humo, invisible sólo para los tutores y
educadores encargados de reprimir su consumo.
Es tan natural y tan normal fumar en nuestros días y la palabra droga está tan tendenciosa y
peyorativamente marcada que jamás se piensa, seriamente, en el tabaco como en una droga. La
incesante propaganda oficial ha conseguido (gracias a la distinción entre legal-ilegal o, lo que es lo
mismo, bueno-malo) acomodar en el cerebro colectivo del pueblo llano el mensaje por el que
tabaco es lo contrario de droga. Quien comercia ilegalmente con tabaco es un contrabandista (¡qué
romántico!), nada que ver con el satanizado narcotraficante de heroína, v.g. Ni que decir tiene que
el estanquero legal es un honrado trabajador que paga impuestos y a cuyo local pueden acercarse
con toda confianza nuestros hijos a comprar sellos o proveerse de documentos estatales
(Impresos para becas, actas, fés de vida, etc.)
Las cajetillas son de vivos colores, con un acabado preciosista. El cigarrillo es blanco y la boquilla
de un amarillo llamativo. Hay que acercarle una llama y la cabeza del pitillo permanece
incandescente, de manera que se ve incluso en la oscuridad total. Humea y huele que espanta
desde lejos. Pero, para las personas normales, como droga, es absolutamente invisible.
Policías, jueces, fiscales, siquiatras, sicólogos, médicos, asistentes sociales, cuando tienen
enfrente a un consumidor de sustancias prohibidas, encienden un cigarrillo, al que dan un par de
profundas caladas y exhalan el fétido humo sobre la cara del presunto antes de preguntar, con aire
interesante, : ¿Usas drogas? ¡Hijos de una grandísima pura bata blanca! ¡Cómo me gustaría
torturaros, Torquemadas de mierda!

TABACO Y ALCOHOL: SANA Y DECENTE DIVERSION

Las drogas interactúan, y hay pocas que casen tan bien como esta pareja de dos. Tomar alcohol al
tiempo que se consume nicotina alarga la "chispa". Beber, obliga a fumar más; fumar permite
beber más. Excitación y euforia. That's the question. Excitación y euforia para trabajar sin
descanso ni protesta; para consumir como posesos;para viajar a doscientos o mil por hora; para
impedir a toda costa la meditación...
Gran parte de la población comienza antes de los quince años a fumar tabaco y beber alcohol.
Para cuando cumplan los cuarenta, la salud de todos esos bebedores y fumadores habituales será
normal, pero mala. En el camino habrán superado muchas enfermedades propiciadas por su
adicción a base de analgésicos, antibióticos, antiácidos, ansiolíticos, antidepresivos, adelgazantes,
barbitúricos, hipnóticos, etc...¡Tremendo negocio farmacéutico!
A partir de los cuarenta años, para estos habituales de la droga legal, la dependencia del
matasanos y del boticario será total, y el gasto médico se multiplicará. Podría parecer que todo
este expolio sea perjudicial para el Estado Prohibicionista Cristiano, pero no, nada de éso. Todo
ese dinero sale de los impuestos y el hipertrofiado estado cristiano moderno basa su existencia en
la consecución de monstruosos presupuestos que le permitan pagar a los millones de funcionarios
encargados de supervisar estas seudo democracias en que vivimos. Adam Smith se moriría de
asco viendo a tanto ganado improductivo con sueldo del estado y que se llaman a sí mismos
liberales.
EL ESTADO PROHIBICIONISTA ES UN ESTADO ENFERMO QUE SE PERPETUA
MANTENIENDO ENFERMOS A LA MAYORIA DE CIUDADANOS MEDIANTE SU DEMENCIAL
POLITICA SOBRE DROGAS.
La fascinación por la tecnología y la pretensión de que con ella aplicada a la ciencia médica toda
enfermedad será curada consigue cegar al personal. Quien más quien menos está convencido de
la bondad del progreso farmacológico y se entrega alegremente al exceso: ¡Quien dijo miedo,
habiendo hospitales!. El famoso verso de Blake, el camino del exceso conduce al templo de la
sabiduría, no sirve para los millones de seguidores de la falacia farmacrática.
Perdonen la disgresión. Volviendo al tabaco, vamos a hacer una pequeña cuenta para
aproximarnos a las cifras que mueve esta industria cristiana. Calculemos, pues, 500 millones de
fumadores. A diez cigarrillos diarios. Cada cigarrillo proporciona netos 5 céntimos de euro a la
industria. Multipliquemos. El resultado es de 25.000.000 euros diarios de beneficio. No está mal.
En resumen, si los esclavos queréis seguir siéndolo, seguid fumando, éso hara cada minuto
más fuertes a vuestros amos.

COCAINA:
LEÑA AL FUEGO.

Derivado de la coca, planta sagrada para los Incas y para cierta multinacional con sede en Atlanta.
Base del "vino mariani" (vino de la virgen María). Sigmund Freud fue uno de sus mayores
defensores y consumidores, llegando a ponerse más de un gramo en menos de una hora, y por la
vena. Claro, que acabó más grillado que sus pacientes.
Si la Heroína, dada cierta incompatibilidad con el alcohol, es la sustancia más denigrada, la
Cocaína, por contra, es la droga ilegal mejor vista. El cine, por supuesto, es el responsable de ello:
Mientras el traficante de caballo es un tipo cetrino, o negro, sucio, feo y con cicatrices hasta en el
cielo de la boca; el vendedor de nieve, blanca, es guapo, chulapón, va siempre acompañado de
rubias y morenas neumáticas, viste lino y calza un Porshche 911 Carrera. Folla, además, sin
descanso: Gran macho entre los machos.
La Cocaína es la tercera pata del trípode de excitantes recomendado por la autoridad
prohibicionista cristiana. La tercera persona de esta Santísima Trinidad formada además por
Alcohol y Tabaco. La razón no es otra que quien toma cocaína puede fumar y beber el triple
que quien no la consume.
Dado que la cruzada antiheroína ha dejado sin auténticos yonquis el mundo cristiano y los
drogadictos decentes y legales ya no tienen a quien señalar ni con quiénes consolarse, los
Mengele Boys sacaron de su inagotable chistera el crack, o cocaína refinada, de manera que
este nuevo producto oculte a los hipnotizados ojos de la opinión pública el desmesurado consumo
de drogas legales.
Así, resulta que el consumidor de Cocaína, en base o cruda, que lo es también y en cantidades
industriales de alcohol y nicotina, tiene problemas de salud derivados exclusivamente del consumo
de farlopa. Nunca de los otros dos elementos de la tríada, y si ha de abandonar algo, que sea la
coca.
Si el ilusionismo mengélico ha conseguido disfrazar el tabaco con los ropajes de un hábito más
(como ir al cine o salir con los amigos) y el alcohol no pasa de ser un alimento saludable (muy
bueno para el corazón, tronco), la cocaína representa una excelente cortina de humo que apuntala
el estado de sugestión colectiva por el que el término droga se demuestra completamente inútil
para designar a esta pareja tan bien avenida (tabaco y alcohol), ni, por supuesto, para designar a
los eufemísticamente llamados medicamentos:
La droga es, por este orden: HEROINA, CANNABIS Y COCAINA
Al parecer nicotina y cocaína son sustancias muy parecidas. Ambas son excitantes y depresoras
del sistema nervioso central. Más de lo mismo; nada de sustancias relajantes que permitan la
reflexión. Al principio fue la acción, que decía el Doctor Fausto. Hacer, hacer, hacer. O mejor:
consumir, consumir, consumir.
Pero tal estado de excitación-depresión-excitación producido por estas sustancias se convierte en
euforia merced a la taumaturgia alcohólica. Unos cuantos güiskis, un gramo de perico y varios
paquetes de rubio americano convierten al más pringao en mano derecha de Bill Gates, y, para
demostrarlo, gastará como un millonario sus escasos recursos. Luego, cuando la limitada billetera
del superhombre haya sufrido una o dos noches de castigo y cuando el alcohol haya impuesto la
fase del cerdo, aparecerá la resaca y el rechinar de dientes, y el pobre hombre se convertirá en
gusano y querrá esconderse, para siempre, en la seguridad de la imposible crisálida.
Por último, con la cocaína vale lo mismo que con las demás. Proviene de respetables plantas
ancestrales. Si no quieres tener problemas con ella no la tomes. Pero, si haciendo uso de la
sagrada libertad humana, la consumes, tedrás que enfrentarte a sus inconvenientes.

CANNABIS:

SALIENDO DE LA DROGA.

En todo el mundo y desde hace miles de años se ha consumido Cannabis sin ningún problema.
Todavía está por conocerse el primer mullao causado directamente por la Marihuana.
Suponemos que la iglesia católica lo habrá prohibido alguna vez. Prohibir, para estos pajilleros de
mierda, ha sido una verdadera adicción. Pero en realidad fue el hijo de puta de Anslinger,
financiado por Dupont y apoyado por Hearst, quien cagó la Marijuana Tax Act en 1.937. Justo el
año en que se patentó el Nylon ¡qué casualidad!. Se trataba de cambiar la mentalidad del mundo
desarrollado. Dado que el cáñamo era el precursor natural de las industrias textil y papelera había
que convencer a la gente de que lo natural significaba retraso y pobreza. El fisiócrata quería
arreglarnos la vida con su novísimo invento: la fibra sintética. Un derivado del petróleo, por
supuesto.
En puridad, la Marijuana tax act no era sino un impuesto especial sobre el Cáñamo, para
convencer a los agricultores gringos de la conveniencia de abandonar tan cavernícola cultivo.
No vamos a extendernos sobre el asunto. Ya lo hizo Jack Herer. Sólo añadiremos que Anslinger
aprovechó para alimentar el racismo cristiano y alarmar a una sociedad cruel y pacata con fotos de
negros y chicanos pinchando(sic) Marihuana a los rosados niños WASP.
Que Dupont consiguió su objetivo podemos comprobarlo día a día observando el inaudito
progreso de la basura plástica y petrolífera en general.
Que la limpieza de todo lo que ha ensuciado no lo carga en su cuenta de resultados también es un
hecho.
Que deberíamos hacerle limpiar toda la mierda que ha producido es un deseo que quizá lleven a
cabo nuestros hijos.

DROGA DE SALIDA


Encargaron los mengélicos a sus dominicos particulares justificaciones "lógicas" que permitieran
perseguir a los consumidores de una planta que la cultura hippie y pop había revalorizado de una
forma asombrosa. No lo tenían fácil, pues tanto la María como el costo son sustancias de toxicidad
leve o nula. En Francia, nación que debe al vino buena parte de su patrimonio, encontraron al
titulado en medicina que echaría mano de la filosofía más rancia y obsoleta (la lógica aformal) para
proporcionarles la excusa. Paul Nahas se llama este Aristotelillo moderno y su teoría "el efecto
escalada". Dice este listo que, aunque la Marihuana en sí no sea demasiado peligrosa, sirve de
entrada a otras drogas que sí lo son. El sofisma en cuestión identifica Cannabis y Heroína. De los
porros al caballo. Al estagirita le entraría cagalera si pudiera oír semejante afirmación.
Demostrar que tal teoría es una sandez disfrazada de hipótesis científica podría hacerlo el más
torpe de los primates. En realidad es una tautología. Goebbels, por aludir a una autoridad
contemporánea a la Marijuana tax act, ya sabía que si una mentira se repite lo suficiente se
convertirá en verdad.
Para rebatir la chorrada de Nahas baste decir que, mientras que el consumo de heroína no ha
dejado de bajar durante la década de los noventa, el de Cannabis no ha dejado de aumentar.
Podría enunciarse, pues, que a más yerba, menos polvo. No, ni la Marihuana ni el hachís son las
drogas de entrada. El tabaco y el alcohol son las que merecen tal honor.
La verdadera razón, o una de ellas, por la que el Cannabis fuen incluído en el grupo I del
Convenio de Viena es la misma que convierte a la heroína en el gran enemigo. Quien consume
Cannabis bebe menos. Así de simple. El tabaco o la cocaína permiten beber mucho más. Si
fumamos material de calidad y bebemos licores acabaremos dormidos. Y todavía no han
conseguido que podamos beber al tiempo que dormimos.

GEORGE SOROS: LA ELITE INTELIGENTE


Hemos de agradecer a este húngaro, de nacionalidad gringa, su generosidad y su sensatez. No es
extraño que pertenezca a esa admirable raza perseguida hasta el paroxismo por la Nazión
cristiana y a la que el mundo debe personalidades como Spinoza o Einstein.
El fue quien financió a NORML, a principios de los 90, en el referéndum californiano sobre
marihuana medicinal (propuesta 215). Sin duda la política de reducción de daños fue una de las
mejores noticias de todo el inquisitorial y sanguinario siglo XX. Saber que las élites no son todos
Disneys o Duponts, nos llena de esperanza. Puede que el XXI no se asemeje al Mundo Feliz de
Huxley, y la libertad, la auténtica democracia y el respeto a las minorías se conviertan en una
realidad.
De todas las drogas que he probado, que son muchas, la menos peligrosa es la Marihuana.
Prohibirla ha sido una jugada maestra promovida por la farmacracia moderna; desobedecer
es un deber para todos los hombres y mujeres libres de este jodido mundo.
Que los dioses antiguos os protejan
Torremolinos, agosto de 2005.